¿Experto en gestos? No te comas el verso
La Gestología es un ‘método’ pseudocientífico de interpretar los gestos que se presenta como científico. Aquí criticaré con fundamentos las malas prácticas relacionadas a lo que se conoce popularmente como el “Lenguaje” Corporal.
Aviso: el artículo cuenta con numerosos links que permiten acceder a los dichos de los ‘expertos’ que estoy criticando. De esta manera se puede verificar palabra por palabra los testimonios originales. Con estos ejemplos no pretendo decir que cada uno de ellos es un gestólogo, pero sus dichos sirven como ejemplos concretos de afirmaciones científicamente incorrectas. Más importante aún, las críticas están principalmente dirigidas a las formas de proceder. No se trata de personalizar, sino de identificar las malas prácticas para reemplazarlas por otras mejores.
Índice del artículo
- Introducción
- Siete característica comunes de los gestólogos
- ¿Cómo proceden los getólogos?
- ¿Cómo reconocerlos por su discurso?
- Ciencia equivocada o imprecisa no es lo mismo que pseudociencia
- ¿Cuál es el propósito de este artículo?
- Resumen
1) Introducción
Hay muchas maneras de transmitir los conocimientos de la Comunicación No Verbal (CNV) en forma de videos, libros, artículos y participaciones en medios. Aunque el estatus de ciencia de la CNV es innegable en cuanto campo de conocimiento en el que se ha producido una gran cantidad de publicaciones en revistas académicas por más de 70 años (Plusquellec & Denault, 2018), lo que es cuestionable son los conocimientos que públicamente se enseñan. En ciertas oportunidades se hace evidente la transmisión de conocimiento refutado, equivocado o meramente falso. Se banaliza la psicología humana, se utilizan titulares amarillistas y declaraciones engañosas sobre lo que los gestos significan con propósitos comerciales.
Algunos ejemplos de los videos que se suben a las redes en los que se presentan análisis gestuales con dubitable respaldo científico
Por ejemplo, un especialista en “Lenguaje Corporal” puede aparecer en un documental, mientras que en otra instancia puede dictar clases en entornos académicos. En otra oportunidad podría aparecer en la televisión para comentar acerca de cómo los votantes interpretan la disposición física en las fotografías durante un encuentro protocolar entre presidentes.
En cada situación puede transmitir información con o sin validez científica. Este tipo de intervenciones mediáticas sobre el comportamiento de los famosos pueden ser útiles para informar a la audiencia sobre la importancia de lo no verbal. Es una tarea pedagógica valiosa, sin embargo, no da igual cómo se la haga. Si esos especialistas enseñan falsedades o declaran certezas defendiéndolas como científicas cuando no lo son, eso es tan equivocado como peligroso. Podrían perjudicar relaciones familiares si enseñan a desconfiar de alguien solo porque aprieta sus labios.
Además, ¿cómo pueden los espectadores saber si tales afirmaciones son verdaderas?
En la actualidad, ha emergido un conjunto de practicantes que, con premisas engañosas y afirmaciones tajantes carentes de duda, pero infladas de impresionante confianza, enseñan y comentan sobre los tips, señales y secretos del lenguaje corporal. Se posicionan a sí mismos en los medios de comunicación masiva y redes sociales como intérpretes de un lenguaje secreto que solo ellos, con sus conocimientos avanzados, pueden descifrar y traducir los significados precisos y correctos. Siguiendo con sus razonamientos, solo hace falta que vean una foto o video para que descodifiquen los verdaderos significados latentes detrás de cada gesto. Son como traductores de una lengua que todos hablan pero que nadie lee, excepto ellos. Por esa razón en sus videos y textos explican los trucos para traducir ‘correctamente’ este lenguaje silencioso. El argumento es atractivo, creo que nadie lo niega, pero, ¿es real?
La preocupación por las malas prácticas relacionadas con la aplicación de los conocimientos de lo CNV no son nuevas (Denault et al., 2020) y es inquietante por qué se está incrementándo la transmisión de conocimientos falso. El caso de la Sinergología es probablemente el más actual de las aproximaciones pseudocientíficas relacionadas con los gestos.
El fundador de la sinergología, Philippe Turchet, incluso parece jactarse de la falta de cientificidad en su método, como si eso fuera un atributo positivo, uno de sus grandes descubrimientos. Sus palabras textuales fueron “lo que absolutamente no creemos dentro de la sinergología es en el experimento, porque el lenguaje corporal está hecho de tal manera que cuando participamos en un experimento, no funciona” (European Institute of Synergology, 2015). Entonces, ¿cómo hacen para saber si sus postulados son verdaderos? ¿Cómo saben que las rascadas, según dicen ellos, en el pómulo izquierdo de la cara significan una cosa mientras que si se hacen en el pómulo derecho significan otra? A confesión de parte, relevo de pruebas.
La distinción entre lo que es ciencia y pseudociencia es importante (Pigliucci & Boudry, 2013). En cuanto a lo que concierne a la CNV, la disciplina científica que se dedica a estudiar los mensajes que se envían, reciben y transmiten por modalidades distintas a la palabras hablada, es imperante delimitar claramente entre lo que es ciencia y lo que no. En un océano de conocimiento, es complicado saber qué es verdadero y qué falso. Separar la paja del trigo se ha vuelto una necesidad. Eso intentaré hacer en este artículo.
Ciencia y pseudociencia pueden ser parecidas, aunque recomiendo distinguir una de otra especialmente en lo que concierne a los gestos. Para Blancke & Boudry (2022) la pseudociencia: 1) refiere a entidades o procesos externos a los dominios de la ciencia, 2) usa métodos deficientes, 3) no está respaldada por la evidencia y 4) se presenta como conocimiento científico sin serlo. Estas 4 características son las que señalaré con ejemplos concretos provenientes de análisis gestuales reales que pueden verse en redes o en participaciones mediáticas.
Son como traductores de una lengua que todos hablan pero que nadie lee, excepto ellos
Dos videos de YouTube que lidian con la pseudociencia del Lenguaje Corporal. El primero, es el de münecat , y el segundo es una reacción a este video.
Hace unas semanas una youtuber llamada münecat subió un video controversial de 90 minutos con el título de “Desacredité a todos los ‘expertos’ en lenguaje corporal”. Con un análisis fundamentado en investigaciones, satirizó con extravangancia las falsedades enunciadas por varios pseudoexpertos haciendo un contraste entre sus afirmaciones y los resultados científicos. Aunque no estoy completamente de acuerdo con cada afirmación, sí creo que ha dado en el clavo con muchas observaciones y descripciones sobre cómo proceden y qué dicen muchos de estos autodenominados expertos. Lo que me ha resultado más interesante es que algunos de ellos han reaccionado al video, defendiéndose o incluso atacando a la creadora de contenidos (con argumentos poco convincentes).
A este grupo de autodenominados expertos, practicantes del “lenguaje” corporal con dudoso o ausente respaldo científico, los llamo GESTÓLOGOS, los fundadores de la GESTOLOGÍA. Hasta ahora solo era posible criticar a estos individuos o sus prácticas (que creo es lo más importante) tomando sus afirmaciones caso por caso para así ejemplificar con fundamentos las razones por las cuales sus dichos no son científicos. Quienes practican la gestología se presentan como divulgadores de ciencia cuando es solo un mero disfraz. Es como si usaran una máscara de ciencia que oculta debajo una realidad pseudocientífica.
Solo una vez identificado este grupo de pseudoexpertos bajo la disciplina pseudocientífica de la GESTOLOGÍA resulta más accesible criticarlos. A partir de este momento se cuenta con una palabra que aglutina a esta masa tan diversa de practicantes que enseñan supuestamente la ciencia del “Lenguaje” Corporal pero que justifican (falsamente) que sus procederes siguen lineamientos científicos.
Aquí les compartiré mi definición de la GESTOLOGÍA:
Disciplina pseudocientífica basada en la lectura e interpretación del lenguaje corporal (aka. comportamiento no verbal), que presupone una relación cognoscible entre el comportamiento y su “verdadero” significado bajo el pretexto de que pueden ofrecerse afirmaciones certeras fundadas “científicamente”, sobre lo que significan los comportamientos. Esas señales no verbales son (para ellos) manifestaciones fidedignas de lo interno listas para traducirse a significados claros. A partir de la detección visual y acústica de estas señales no verbales, las que solo los autoproclamados expertos pueden detectar y precisar correctamente sus significados, ofrecen afirmaciones determinantes (con completa certeza), seductoras (que apelan a las creencias que la audiencia ya tiene confirmándolas), ambiguas (generales, vagas e imprecisas) e infalsables (que no se pueden demostrar falsas). Tales argumentos dan la apariencia de que esos individuos pueden leer a las personas como libros o de que “no se les escapa un pestañeo”. A menudo se autodenominan “cazadores de mentiras”, “polígrafos humanos”, “detector de mentiras humano”, “el señor del lenguaje corporal”, o “experto en gestos”. Sin embargo, en ningún caso ellos han demostrado la proporción de sus éxitos y errores, puesto que ni siquiera los miden (ni lo intentan).
Poniendo en limpio, los gestólogos analizan los gestos como si fueran palabras. Aseguran que leen la mente y que hacen ciencia, cuando en realidad solo están interpretando y dando su opnión.
A partir de la detección visual y acústica de estas señales no verbales, las que solo los autoproclamados expertos pueden detectar y precisar correctamente sus significados, ofrecen afirmaciones determinantes (completa certeza), seductoras (que apelan a las creencias que la audiencia ya tiene confirmándolas), ambiguas (generales, vagas e imprecisas) e infalsables (que no se pueden demostrar falsas)
La gestología es una pseudociencia (peligrosa) principalmente por que bajo el manto de ciencia promueve afirmaciones contradictorias con la evidencia científica. Es como si se desconociera completamente el estado del conocimiento. Como resultado profesan saber lo que sienten los demás. Dicen reconocer intenciones ocultas o pensamientos secretos. ¿El problema? Es que en gran medida es un verso.
A diferencia de quien pueda analizar las posturas en las obras de arte del renacimiento y opinar sobre lo que ellas comunicaban en aquel siglo, los gestólogos disfrazan como “científicas” afirmaciones tales como:
- “El cuerpo nunca miente”,
- “La forma que tiene de rascarse los nudillos está relacionada con estar recibiendo una agresión de tipo personal” o
- “Si la persona a quien le mentimos se rasca debajo del lóbulo de la oreja, lo más seguro es que no cree lo que escucha”.
Justamente, las anteriores aseveraciones se asemejan bastante al horóscopo: 1) carecen de fundamentos empíricos para justificar su veracidad, 2) no se puede explicar con una teoría por qué tal afirmación es verdadera, y 3) son comentarios difíciles o cuasi imposibles de demostrar falsos (porque luego se matizan con frases como “el contexto modifica el significado”). Eso los ubica en el mejor de los mundos posibles: jamás se puede definitivamente refutar sus aseveraciones, y al mismo tiempo se pueden presentar como “científicos” sin serlo.
Los gestólogos formulan suposiciones escandalosas como “no es posible mentir más allá de los dos primeros minutos” o “apoyarnos en un solo pie o en un solo lado, es mostrarle al otro que nada de lo que haga nos pone en riesgo”, las que son obviamente falsas, pero difíciles de refutar. Bajo ningun punto de vista son verdades científicas.
Tomemos el caso de la primera afirmación sobre la mentira. No hay evidencia alguna en la literatura científica en el campo de la detección del engaño de los últimos 100 años que siquiera valide parcialmente tal afirmación de que la mentira no se puede mentir por más de un cierto tiempo o que directamente el cuerpo no pueda mentir (para ver una revisión sobre los artículos más importantes ver Denault et al., 2022). En cambio, hay cientos de estudios que sugieren lo contrario (revisiones: DePaulo et al., 2003; Vrij et al., 2019). Además, creo, que ni uno solo de los investigadores que expusieron en el congreso internacional más importante de evaluación de la credibilidad (Decepticon, 2022) aceptaría tal afirmación, dado que contradice toda la evidencia histórica y actual sobre la detección del engaño. Así de ridículas pueden ser las afirmaciones que a diario pasan como verdades reveladoras.
Este tipo de declaraciones carecen de todo fundamento científico y dan la impresión equivocada sobre el verdadero valor del estudio y aplicación de lo no verbal
Una posible razón por la que los postulados de los gestólogos son rara vez cuestionados públicamente se debe al principio de asimetría de la estupidez: “la cantidad de energía necesaria para refutar estupideces es un orden de magnitud mayor que la necesidad para producirlo”. Por nombrar tan solo una declaración, nadie que esté medianamente informado se atrevería de decir que el análisis gestual es perfecto y que no tiene margen de error. No obstante, algunos parecen creerlo. Este es tan solo un ejemplo de que lisa y llanamente toma más esfuerzo desacreditar definitivamente las falsedades que inventarlas, y creo que quienes profesan la gestología se escudan detrás de este principio.
Para entender qué es lo que hacen y por qué enseñan conocimiento falso primero se debe conocer lo que todos ellos tienen en común.
Los gestólogos aseguran hacer ciencia. Utilizan métodos y brindan justificaciones de aspecto científico, pero sus prácticas son justamente la razón por la cual no hacen ciencia. Se equivocan – la evidencia lo demuestra – al proclamar determinantemente el significado de los gestos, al asumir que la mente es un libro, pregonar que el cuerpo siempre dice la verdad y que el cuerpo siempre revela las emociones verdaderas. Por un lado pueden advertir sobre los peligros de saltar a conclusiones, pero segundos después producen aseveraciones sin evidencia alguna. Comienzan con aires de que el análisis de los gestos es complejo, lo que dura muy poco. Solo de vez en cuando mencionan las limitaciones de sus afirmaciones para indicar que lo no verbal podría llegar a ser un arte inexacto, pero que aun así, están bastantes seguros de que tal persona esté faltando a la verdad.
En definitiva, nunca explican las limitaciones de los estudios experimentales (si es que están usando alguno para respaldar sus dichos). Lo que es peor, olvidan mencionar cómo, bajo qué condiciones y con qué tamaño del efecto se ha encontrado que tal comportamiento se correlaciona con cierto significado. En cambio, a veces ni siquiera usan referencias pero afirman que “(la) miraba abajo y al costado…es la mirada de la culpa cuando identificamos a personas que estamos lastimando”, lo que es una frase tan simple como incorrecta ¿Se mira abajo y al costado solo por ello? Frases para la tribuna, porque dicen lo que la gente quiere escuchar.
Los gestólogos aseguran hacer ciencia. Utilizan métodos y brindan justificaciones de aspecto científico, pero sus prácticas son justamente la razón por la cual no hacen ciencia
Este grupo creciente de gestólogos, tras defender sus afirmaciones como “científicas” cuando no lo son, deberían esperar y tolerar que se las examine con intenso escrutinio, que se critiquen sus dichos e interpretaciones, si es que desean que se los tome seriamente. Hay evidentes dudas sobre los conocimientos que enseñan, y estas deberían resolverse con base en evidencia, no a partir de opiniones o con el argumento de que están avalados por sus sus credenciales o experiencias (McIntyre, 2020).
2) Siete características comunes de los gestólogos
1- Su actividad pública más frecuente es el análisis gestual de figuras mediáticas. Lo hacen por razones obvias. Aparecen diciendo que tal jugador de futbol y su pareja tiene problemas maritales justo cuando la noticia sobre su separación ya trasciende en todos los diarios (tras analizar dos fotografías pueden afirmar que la pareja se iba a separar y que era una ‘crónica de una separación anunciada’). Dicen reconocer que un político está ansioso y oculta información el mismo día que se inicia una causa en su contra. Analizan la gestualidad de un director técnico de futbol indicando que siente tristeza el día que renuncia luego de trabajar 8 años en la misma institución.
Como puede verse, normalmente estos análisis gestuales se hacen después de que haya sucedido un determinado evento y por tanto se ofrecen especulaciones retrospectivas con el “diario del lunes”. Así se dan el lujo de dar consejos para detectar a asesinos seriales como Jeffrey Dahmer (décadas después de sus confesiones) con aires de “yo lo hubiera detectado”. Enseñan los gestos que delatan la mentira del monstruo de Denver (asesino convicto por el homicidio de su esposa y dos hijas) usando el material del documental en el que el propio autor confiesa. Usar videos de casos reales para ilustrar un punto no tiene nada de malo en sí mismo. La cuestión es que se atribuyen habilidades predicitivas.
Siguiendo con la misma lógica, yo puedo adivinar el número de la lotería el día después de que se anuncie al ganador. Analizando los números ganadores puedo explicar que era posible anticiparse a todos esos ellos porque era el aniversario de la muerte de Kennedy (22), que ese día la luna estaría en jupiter a las 6pm (18) y así con todos los números. Con este método a posteriori es bastante más sencillo ser experto en lotería o en gestos.
Estas declaraciones contundentes sobre el significado de los gestos (ej. es culpable), se viralizan no por su utilidad ni funcionalidad, sino porque coinciden con las expectativas intuitivas que la gente tiene (Blacke et al. 2019). Allí radica gran parte del atractivo de estos análisis mediáticos. El problema es que presentan sus interpretaciones como verdades científicas indubitables. Sería mucho más respetable que reconocieran las limitaciones del comportamiento humano y dijeran que son opiniones basadas en determinada evidencia o anécdota personal, o que a veces simplemente ofrecen suposiciones. Por ejemplo, analizando un video de la declaración de un asesino pueden decir “ahí mintió en algo, no entiendo muy bien en qué”. No es broma, aunque parece serlo.
¿Alguna vez podrán detectar a los criminales antes de que salgan sus crímenes en Netflix? Ojalá.
En otras oportunidades, al analizar un caso abierto, ofrecen afirmaciones ambiguas que les permiten luego desdecirse o defender que sus pronósticos se terminan por cumplir, quizá meses después. Por ejemplo, pueden indicar que “el gesto de levantarse de la silla revela que el entrenador está pensando que vienen grandes cosas importantes en su futuro” (parafraseado). Cualquier similitud con postulados del horóscopo como por ejemplo “los de piscis tendrán buena salud los próximos días”, no son pura coincidencia.
Estas son solo algunas de las cosas que dicen. Lo interesante es que jamás se puede contrastar sus afirmaciones con la realidad. Nunca dicen cuándo se han equivocado ni tampoco dan afirmaciones que luego puedan demostrarse falsas. Como nadie parece saber sobre la ciencia de lo no verbal, estos personajes mediáticos se visten de héroes y analizan lo que la audiencia quiere. Al no haber costo, sus afirmaciones por más escandalosas y ridículas, pasan como verdades. Incluso, lo que es triste, las presentan como ciencia. Esto es peligroso…y ya no es joda.
normalmente estos análisis gestuales se hacen después de que haya sucedido un determinado evento y por tanto se ofrecen especulaciones retrospectivas con el “diario del lunes”
2- Lo que todo gestólogo parece sufrir sin siquiera saberlo es del sesgo “hindsight”. Es la creencia de que, se hubiera sabido anticipadamente lo que sucedió, sucedía o sucedería pero esto solo es posible una vez que ya se conocen todos los hechos. Es clásico. Con toda la información disponible interpretan sesgadamente la evidencia alineando lo que los gestos (supuestamente) significan con lo que ellos creen. Así dicen que ellos podían saber que Clinton mentía sobre su infidelidad, que Armstrong ocultaba el consumo de sustancias prohibidas y que el rey español se arrepentía genuinamente de cazar elefantes.
Pero, ¿cómo es posible entonces que ciertos superlectores de gestos sepan quién miente, quién está nervioso o quién siente determinada emoción? ¿Deberían ser ellos quienes sentados en la corte decidan si los testigos mienten o dicen la verdad? Suspendamos los juicios y que ellos los decidan ¿Habría que invitarlos a los debates presidenciales para que ellos comenten cuando uno de los candidatos esté tergiversando los hechos?
La voy a hacer corta: obviamente no tienen la habilidad que abogan tener. Fin. Jamás han demostrado esas capacidades en contextos experimentales. En este sentido, se asemejan a los que claman tener habilidades supernaturales como telekinesis y precognición. Aseguran tener un poder especial, pero en ninguna instancia controlada han sido capaces de demostrar que poseen verdaderamente tales dotes.
Arriba del escenario, un mentalista parece convencer a la audiencia de que tiene superpoderes para anticipar lo que la gente pensará. Lo mismo parece suceder con los gestólogos quienes en los medios de televisión o en un video de YouTube, “sí” parecen demostrar sus habilidades para “leer” los gestos, pero en situaciones experimentales, nunca. A fin de cuentas, se parecen más a un vendedor que a un docente. Venden la idea simplista de que el cuerpo tiene su lenguaje y que ellos lo pueden leer, pero la evidencia de ello brilla por su ausencia.
Estos lectores de gestos deberían ser evaluados en condiciones en las que se pueda corroborar sus extraordinarias afirmaciones si pretenden autodenominarse “polígrafo humano” o “detector humano de mentiras”. Si realmente tuvieran esas habilidades, deberían desear que se valide con evidencia irrefutable que sus capacidades son reales, ¿verdad? Si así lo fuera, el FBI y el Mossad estarían a sus pies. Numerosos laboratorios del mundo estarían interesados en aprender de quienes tengan semejante capacidad de leer la mente a partir de tanto solo mirar los gestos. Sería más que interesante evaluar sus capacidades con experimentos para verificar con un procedimiento científico si es que realmente son superhumanos o más bien, charlatanes. ¿Usted qué cree?
Carl Sagan popularizó la frase “afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”, y eso es precisamente lo que jamás han presentado: evidencia de sus supuestas habilidades extraordinarias. Creo que todos se verían beneficiados: ya sea de que realmente tengan esa habilidad (que lo dudo) o que no la tengan, aprenderíamos algo de ello.
Estos lectores de gestos deberían ser evaluados en condiciones en las que se pueda corroborar sus extraordinarias afirmaciones si pretenden autodenominarse "polígrafo humano" o "detector humano de mentiras"
3- Creo que otro denominador común de todos estos supuestos expertos es que asumen una relación simple entre el comportamiento y su significado. Suponen – equivocadamente – que la mente y las emociones son transparentes. Así, los gestos son usados como ventanas al interior de los individuos.
El mayor problema con esta suposición tan simple y característica del abordaje pseudocientífico de la Gestología es que los gestólogos realizan análisis gestuales subjetivos que contradicen el estado científico de todas las disciplinas sociales. Dicen hacer algo que se contrapone a todo lo que se sabe sobre el comportamiento humano, por ende, ya se debería desconfiar. Veamos cómo proceden y qué dice la evidencia.
Proceden de la siguiente manera: a partir de la descripción de unos comportamientos seleccionados, efectúan explicaciones y predicciones sobre el verdadero sentir de los analizados adjudicándose que sus atribuciones son precisas. No obstante, la evidencia acumulada, no solo en CNV, sino en todas las ciencias sociales, demuestra la imposibilidad de crear modelos explicativos que den cuenta con total certeza de las razones y fundamentaciones detrás de la conducta humana. Así, cometen lo que es para Ozan Varol, autor de Think like a Rocket Scientist (2020), “el clásico error de intentar hacer que algo parezca definitivo cuando no lo es” (p.17).
Podría extenderme mucho sobre este punto pero solo quiero dejar algo en claro. No hay respuestas fáciles para entender el significado de los gestos.
4- A lo anterior, debe sumarse que los gestólogos rara vez están motivados para complejizar la temática, más bien prefieren simplificar la cuestión sin temor a distorsionar. Supongo que deben ser conscientes de que “el escepticismo no vende diarios” (Sagan, 1985). También deben saber que las plataformas digitales suelen ser intolerantes a la sutilezas, en cambio, se alimentan de las conclusiones determinantes (Lack & Roussea et al., 2016). En consecuencia, las afirmaciones realistas sobre el “lenguaje” corporal están generalmente ausentes en sus participaciones mediáticas, como por ejemplo decir, “tal gesto podría significar en algunos casos X” o “es un gesto que a veces aparece como indicador de Y”. Por estas razones prefieren declaraciones sensacionalistas como “el gesto revela que está ocultando algo” o “sabemos que siente asco por cómo movió el labio”.
Son capaces de asegurar que sus análisis tienen una precisión del 70-80% y que incluso pueden llegar al 100% (link borrado por su autor). ¿Exceso de confianza o superpoder? Sí, esto es realmente lo que dicen. Pueden proclamar que cualquier persona tras anotarse en sus cursos puede incrementar su habilidad para detectar engaños hasta el 85% de acierto. O sea, se atreven a prometer que sus alumnos aprenderán a detectar la mayoría de las mentiras y con ello les “irá mejor en la vida”. Tienen el coraje (o carecen de vergüenza) para decir cosas como “no existen buenos mentirosos, sino malos observadores”. En otros términos, si a usted le mienten es porque no hizo los cursos conmigo, ergo, anótese que le resuelvo sus problemas. Excelente argumento de venta, aunque hay un pequeño detalle: es tan falso como alfajor de pollo.
Lo que es penoso de la situación es que tales afirmaciones tienen considerablemente mayor probabilidad de viralizarse en redes sociales o de recibir atención mediática sin presentar tan solo un átomo de prueba. Sin lugar a dudas que son frases atractivas, pero imprecisas (por ser respetuoso por decir lo mínimo).
Con afirmaciones simples como las que vengo citando, los gestólogos ofrecen “soluciones inmediatas y fáciles a desafíos complejos” (Denault et al., 2022). Atraen la atención al adjudicarse capacidades, como saber si alguien oculta su participación en un crimen. Sin lugar a dudas, es seductora la promesa de que existe un atajo para conocer los secretos de los demás y que todos podrían aprender con tan solo mirar los gestos. En la simpleza radica lo atractivo de sus propuestas. No obstante, aún en pleno siglo XXI la especie humana no cuenta con herramientas infalibles para lidiar con la mentira, y por ende, si los gestólogos “pueden detectarlas”,se debería acudir a ellos.
En las declaraciones de los gestólogos está implícita la idea de que han descubierto el código matrix de lo no verbal, “que cada movimiento tiene un porqué” y que solo ellos los pueden leer estas señales con precisión. Por si no he sido claro, lo repito: eso es equivocado.
La razón por la que estos comentarios reduccionistas son recibidos positivamente por ciertas audiencias se debe a que “su poder de sugestión deriva de la promesa implícita de que nuestro cuerpo tiene su propio lenguaje que podemos leer, revelando los secretos ocultos del remitente” (Fernandéz-Dols, 2013, p. 69). Al mismo tiempo, los diarios y noticieros carecen de total criterio académico para corroborar la veracidad de la información difundida en sus medios (algo que deberían hacer). Parecen no saber o no importarles la desinformación en la que incurren los gestólogos. Todo sea por una noticia clicbait, un punto de raiting y 4 reproducciones más en YouTube.
Pueden llegar a afirmar que sus análisis tienen una precisión del 70-80% y que incluso pueden llegar al 100%
5- Ojo, por lo general los gestólogos moderan sus afirmaciones indicando que el contexto siempre modifica el significado de los gestos y que se debe ser cuidadoso al interpretar los gestos. Argumentan que es importantísimo reconocer que el contexto siempre condiciona todo comportamiento. Esto no impide que segundos después digan cosas como “si no sabes nada de poker no importa” antes de dar afirmaciones contundentes sobre el significado de un gesto, aunque tengan total desconocimiento del contexto en el poker. Dicho de otro modo, los gestólogos usan el concepto de “contexto” con cierta discreción, según la conveniencia.
El caso de la controversial apuesta de Robbi Jade en el mundo del poker fue el foco de varios análisis no verbales
Analizar el comportamiento es complicado y el contexto modifica todo, sugieren. Pero luego parecen olvidarse de ello y analizan los videos de una cámara gesell de la misma manera que analizan una entrevista televisiva de un candidato a presidente. Es decir, no usan al “contexto” como una variable compleja cuasi imposible de describir y que afecta inmediatamente el comportamiento muchas veces en maneras que no se pueden entender. En oposición, usan el recurso del “contexto” como un accesorio para interpretar el significado del comportamiento según como ellos decidan si afecta o no afecta, de qué manera y según convenga o se adecue a la propia narrativa. De científicos, poco y nada.
Analizar el comportamiento es complicado y el contexto modifica todo, sugieren. Pero luego parecen olvidarse de ello y analizan los videos de una cámara gesell de la misma manera que analizan una entrevista televisiva de un candidato a presidente
6- La absoluta certeza evidente en las afirmaciones de los gestólogos es una mera ilusión, un truco de espejos y humo. Estos practicantes rara vez se preguntarán ¿qué pasa si esto no fuera verdad? o ¿qué tiene que pasar para probar como falsa esta opinión que tengo? A menudo sus afirmaciones contradicen directamente la evidencia científica y otras veces ni siquiera ofrecen ninguna fuente más que la mera opinión o anécdota personal. Pero las anécdotas no son más que eso. Sí, son psicológicamente reconfortantes, pero no importa cuantas se acumulen, no se convierten en datos científicos (Lack & Roussea, 2016). Dato mata opinión.
En relación a la problemática expuesta, con anécdotas les basta para justificar que están haciendo ciencia cuando obviamente no lo hacen (y déjenme dudar de que son capaces de hacerlo hasta que se demuestre lo contrario).
Veamos por qué están equivocados cuando dicen saber lo que otros piensan o sienten. Mientras que en el campo de la física se puede explicar hasta más del 90% de los efectos de un estudio, las ciencias sociales pueden asegurar y demostrar que entre el 25 y el 33% del resultado de la investigación se debe a las variables conocidas. Esto significa que hasta en los mejores días se desconoce dos tercios de los factores que modifican y condicionan el comportamiento humano (Pigliucci, 2010). Estamos hablando, además, de estudios que generalmente se hacen en condiciones controladas para así saber fehacientemente qué causa los comportamientos en los individuos estudiados.
En pocas palabras, los resultados ofrecidos por las ciencias blandas son probabilísticos y no determinantes. Sin embargo, ¿por qué los gestólogos dan afirmaciones determinísticas sobre los gestos, si deberían hablar en términos de probabilidades?
Continuando con esta comparación entre ciencias, lo que se hace evidente es que las blandas no son mejores ni peores que las duras (ej. psicología, antropología), sino que tienen otros métodos y estudian sistemas susceptibles a múltiples cambios, y como resultado ofrecen información mucho menos predictiva que las ciencias duras (ej. astronomía, biología, química). Las explicaciones de las ciencias blandas deben ser tomadas cautelosamente, todo lo contrario al proceder de los gestólogos. Ellos realizan saltos de fe a diario. Desfiguran la realidad. No temen adjudicarle emociones a sus analizados, incluso basándose exclusivamente en la posición de las cejas en una fotografía. Esta es la punta del iceberg.
Dado que la CNV es una ciencia blanda como disciplina ofrece primero y ante todo resultados probabilísticos y no determinísticos. No puedo dejar de resaltar estas implicancias: los gestos son meras probabilidades de que alguien sienta, piense o sea de determinada forma, pero jamás pueden concebirse como señales determinantes y claras (excepto algunas excepciones).
Los gestos pueden sugerir información falsa. Pueden ser confusos. Pueden no significar nada. En el momento en que se procede a interpretarlos linealmente, o asumir significados claros, se hace gestología. Por supuesto que hay excepciones y a menudo es fácil saber que durante una conversación la sonrisa de tu hermana sirve a veces para decirte “qué divertido”, otras veces para indicarte “estoy de acuerdo” o que “eso fue gracioso”. Puede ser fácil acertar cuál sonrisa se corresponde con cada uno de estos tres significados. Es posible entender en esos casos lo que esas expresiones deliberadas comunicaban, pero una gran proporción del comportamiento humano es sumamente más ambiguo y menos intencional.
Alguien que adopta 18 posturas diferentes durante una cena, cambiando la ubicación del tobillo, rodilla, espalda, y cabeza, ¿qué siente en esos momentos? Es muy difícil sino imposible saberlo. Relacionar un gesto con un significado estático te acerca inmediatamente al precipicio pseudocientífico si no aclaras la relatividad de semejante afirmación. Tomemos un caso concreto. Las rascadas de la nariz no tienen un significado claro (link borrado por su autor), aunque alguien afirme lo contrario. Lo mismo sucede con prácticamente toda acción corporal.
Adjudicarles significado estáticos a los gestos es un craso error, es decir, suponer que un gesto dado tiene un significado específico sin importar otras consideraciones. La evidencia es irrebatible. Tal como puede resumirse tras 60 años de estudios en detección de mentiras, los resultados encontraron que no existe la bala de plata o la señal de pinocho que aparezca solo y exclusivamente cuando alguien miente (DePaulo, 2003; Vrij et al., 2019). Tampoco se han encontrado gestos que su mera aparición delate unívocamente lo que piensa, siente o desea un individuo.
Pensemos en el caso de un comportamiento que no puede modificarse a voluntad, como el tamaño de las pupilas. Se dilatan por interés y atracción sexual, pero también por esfuerzo mental, al tomar decisiones complejas, al mentir y bajo dolor físico. En mejores palabras, la problemática es esta:
“Cuando se observa un comportamiento no verbal específico como indicativo de un estado interno, existe la tentación de asignar un significado concreto y aplicar ese significado entre personas y contextos. Sin embargo, tales generalizaciones rara vez pasan la prueba de la investigación científica.” (Friesen & Danner, 2016, p. xiv)
La simple idea de que los gestos tienen un significado claro debería de generar sospechas. Quien afirma saber con certeza lo que otros sienten o piensan debería presentar pruebas más que la trillada frase de “esto es ciencia”. ¿Es eso mucho pedir? Creo que no, que es su responsabilidad. Más aún, si esas frases provienen de quien se presenta como científico o arguye hacer ciencia.
A lo anterior se suma la problemática de que los gestólogos no cuentan con ningún procedimiento validado o instrumento que garantice su proceder ‘científico’ (pero eso no les impide actuar como si lo tuvieran). Ups, pequeño detalle ¿verdad?
En fin, es lógicamente atractiva la propuesta de que el “lenguaje” corporal es un idioma que puede leerse con entrenamiento. Se parte de la base de que se puede aprende lo que “significa” un gesto del mismo modo en que se aprende el significado de las palabras. Los estudiantes pueden memorizar un diccionario gestual y eso luego les permitirá hablar y entender el idioma no verbal. ¿El problema? Ni siquiera la comunicación animal es tan simple. Los perros pueden mover la cola por innumerables razones, y ¿usted cree que los humanos sonríen solo por placer y disfrute? Obviamente no, pero algunos venden la idea de que pueden saber cuando una sonrisa es verdadera solo con identificar la presencia de ciertas arrugas, si se ocultan los dientes o por específicas activaciones musculares. Tales afirmaciones ya fueron refutadas no una, sino decenas de veces (Gunnery et al., 2013; Krumhuber & Manstead, 2009; Girard et al., 2021).
Es lógicamente atractiva la propuesta de que con entrenamiento el “lenguaje” corporal es un idioma que puede leerse
7- Los gestólogos también suelen decir que han estudiado el comportamiento estándar o habitual de las personas que analizan, y por lo tanto, ya pueden detectar las desviaciones de su normalidad. Gracias a que ya han hecho un “trabajo previo”, dicen que con este conocimiento ya pueden interpretar correctamente a tal persona. Este concepto es altamente problemático. Creo que es útil, pero no en la forma en que estas personas lo utilizan. Cuando lo mencionan dan la impresión de que puede saberse cómo se comporta alguien habitualmente a partir de verlo en una sola oportunidad. Pero, ¿es eso posible? Lo que es aún peor, ¿es posible saber cómo se comporta alguien cotidianamente solo con ver sus videos o entrevistas televisivas?
Pensemos en la conducción. Las personas suelen adaptar su manejar según si van en el auto solas o acompañadas. Digamos que se quiere estudiar la forma habitual de conducir de Kevin. En soledad, puede que hagan maniobras más peligrosas o que supere los límites de velocidad. En presencia de su pareja puede que sea más cuidadoso, pero que no tema pasar un semáforo en rojo. Será aún más precavido si viaja con sus padres o incluso evitará todo movimiento peligroso si lleva niños en el auto. Es decir, adecuará su estilo de conducción de acuerdo a los pasajeros. A esto hay que sumarle que la forma de conducir de Kevin puede variar si está cansado (tomándose más tiempo para arrancar en los semáforos), enojado, llegando tarde al trabajo, viajando por un vecindario desconocido o en otro país. ¿Cuál de todas estas situaciones representa mejor el comportamiento estándar de Kevin? Esta respuesta, científicamente en el campo de la CNV, aún no tiene ninguna contestación.
Quizá la mejor respuesta sea que en cada una de estas situaciones Kevin tendrá un comportamiento habitual (una forma de manejar habitual en presencia de su pareja, otra en presencia de sus padres, etc.), pero que tal estilo siempre sufrirá influencias de incuantificables variables que pueden intervenir en el ánimo, pensamiento y contexto. Por lo tanto, es al menos dubitable que exista un comportamiento estándar único. Incluso, parece más increíble, que un observador pueda conocer el comportamiento basal de una persona solamente a partir de un par de videos subidos a las redes sociales.
Creo que este concepto de “comportamiento estándar” amerita un debate. Por un lado, sería demasiado radical creer que las personas carecen de todo tipo de hábitos y conductas idiosincrásicas que son más frecuentes en ellas, pero la ciencia está lejos de entender cómo medir y cuantificar la conducta no verbal ‘normal’ de alguien. Prácticamente no se cuentan con instrumentos o estudios que echen luz a esta problemática. Estas limitaciones no impiden que la GRAN mayoría de los gestólogos comience diciendo que lo primero que debe hacerse al analizar los gestos es conocer el comportamiento basal del individuo para luego si ya poder interpretar. No propongo eliminar este concepto, pero sí creo que debe reformularse su grado de importancia y precisión.
La idea de que se puede diagnosticar el comportamiento estándar incrementa la credibilidad de cualquier análisis. Es algo así como “ya sé cuáles son los gestos normales de esta persona, entonces, toda desviación la podré detectar y sabré cuál es importante y reveladora”. La lógica parece poderosamente intuitiva. Pero lamentablemente la intuición es el equivalente a Judas cuando de comportamiento humano se trata. Creerás que te está ayudando, pero no será más que una traición.
De hecho, son muy pocos los estudios que han investigado experimentalmente cómo medir el comportamiento basal. En la ciencia de la detección del engaño se han efectuado estudios relacionados con el comportamiento habitual al mentir o decir la verdad y hay resultados optimistas. No obstante, una de las conclusiones es que conocer el comportamiento basal de alguien “no mejora la precisión en la evaluación de la credibilidad” (Verigin et al., 2021). Un estudio incluso encontró que conocer el comportamiento basal verbal de una persona puede perjudicar la precisión para reconocer una mentira (Schemmel et al., 2022). De estos estudios se desprende algo bastante evidente: suponer que conoces la conducta habitual de alguien no es garantía de que podrás detectar mejorar sus mentiras. A veces puede ayudarte, otras veces te puede perjudicar.
En fin, si hay algo que pretendo sacar en limpio sobre el comportamiento basal es que es un término bastante promiscuo, usado con cierta liviandad, que aún carece de robusta evidencia empírica sobre cómo medirlo y entenderlo, y que por lo tanto se debería actuar más cuidadosamente en relación a este. Con un videito no vas a conocer la conducta habitual de nadie. Punto. Es bastante más complejo.
En fin, si hay algo que pretendo sacar en limpio sobre el comportamiento basal es que es un término bastante promiscuo, usado con cierta liviandad, que aún carece de robusta evidencia empírica sobre cómo medirlo y entenderlo, y que por lo tanto se debería actuar más cuidadosamente en relación a este.
3) ¿Cómo proceden los gestólogos?
A) Recorte selectivo de la evidencia
Lo que parece describir su confiado, pero errado proceder es que, como le puede pasar a cualquier persona, subestiman la evidencia que contradice sus creencias y sobreestiman la evidencia que la confirma (Varol, 2020). En este sentido, un gestólogo puede encontrar patrones en la forma de caminar, parpadear o comer. Luego podría creer que son significativos o no darse cuenta de todos los demás comportamientos que potencialmente eran importantes, pero que fueron descartados. Eso es típico de la observación sistemática y desordenada. Este proceder permite que un gestólogo haga lo que para él es un análisis completo cuando en realidad es un mero recorte subjetivo y no representativo de la realidad. Es una de entre tantas formas de cuantificar el comportamiento, pero que se presenta como la única y verdadera. Se la introduce como LA científica. Por ello, entre otras cosas, es tan importante conocer la metodología científica cuando de comportamiento no verbal se trata. Permite identificar las formas más adecuadas y precisas al momento de analizar el comportamiento, como también reconocer las limitaciones.
B) Contar los aciertos pero no las fallas
Al recorte selectivo de los gestos que se consideran relevantes se le suma que los gestólogos tienen la tendencia de contar sus aciertos y no sus fallas. Terminan por creer que han detectado gestos importantes cuando definitivamente no es el caso. Se enfocan en algunos gestos que creen reveladores e ignoran otros. Incluso, podrían suponer que han acertado sin siquiera tomarse el trabajo de averiguar si ese es realmente el caso. Le suelen adjudicar gran importancia a una anécdota especialmente seleccionada porque corrobora sus preconcepciones, olvidando todas las veces que ese gesto había significado otra cosa.
Pueden encontrar un video o situación en la que un determinado gesto corrobora lo que el gestólogo cree que significa. Por ejemplo, podrían explicar que morderse el labio inferior con los dientes superiores refleja estar ocultando información con tan solo ver un video de alguien que se confiesa en TV. Luego al presentar sus conocimientos a una audiencia no temen afirmar contundentemente que morderse el labio significa esconder información. Así, los gestólogos descartan todas las veces ese gesto significaba otra cosa.
los gestólogos tienen la tendencia de contar sus aciertos y no sus fallas. Terminan por creer que han detectado gestos importantes cuando definitivamente no es el caso.
C) El problema de los sesgos
Los sesgos son sin lugar a dudas un obstáculo para conocer la realidad. Son fallos en el proceso de recolección y análisis de la información que conducen mentalmente a sacar conclusiones equivocadas. Lo que todo gestólogo parece tener en común es que rara vez se preocupan por reducir el efecto de los sesgos en sí mismos. Algo tan básico parece no importarles. Desde mi opinión, parece que asumen que con su experiencia pueden sortear esta dificultad y que no necesitan tomar precauciones para reducir o evitarlos. Incluso, lo he escuchado más de una vez, se atreven a decir que ellos no tienen sesgos o que su método elimina todos los sesgos. Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria.
Lo que termina sucediendo en relación a los sesgos es que estos pseudoexpertos, al no tomar ninguna precaución contra todos estos atajos y sesgos mentales, usan cada espasmo muscular de la persona analizada como una oportunidad para contar una historia que termina siempre por ajustarse a sus presuposiciones. Se asemeja a la experiencia de ir a una tienda de Lego, comprar los ladrillos para luego construir con ellos una estructura que es del propio agrado y finalmente asumir que esa es la forma correcta de apilar los Legos. Así, los gestólogos ensamblan una historia con los gestos. La que no deja de ser su historia, aunque se la presente como la correcta y científica (sin serlo).
Cuando analizan a los personajes famosos, la ideología del gestólogo es un factor que tiene poderosa influencia en el análisis. Como por lo general no parecen seguir ningún lineamiento para evitar los sesgos, no debería sorprender que algunos gestólogos analicen siempre a las mismas figuras mediáticas con un evidente sesgo confirmatorio. Desde interpretar que todo comportamiento de López Obrador señala falta de liderazgo, que es maravillosa toda presentación pública de Cristina Fernandéz de Kirchner (y las de Macri horripilantes), dedicar más de 50 videos de análisis a Meghan Markle y enfocarse una y otra vez en denostar todo comentario de Trump.
Falta un condimento importante: sus análisis no verbales suelen coincidir con lo que la audiencia ya cree sobre el personaje analizado, ¿curioso? De esta manera, son ellos los que le ofrecen a las personas una “justificación científica” que valida las presuposiciones del público. Esto es placentero para la señora que desde el living de su casa salta de entusiasmo cuando el gestólogo confirma el amorío entre el rapero y la doncella.
D) Uso estratégico de los gestos
Cuando los gestos identificados en el individuo analizado no se ajustan a las preconcepciones del propio gestólogo, sucede a menudo que se los ignora. En cambio, usan como evidencia (casi) irrefutable los gestos que ligeramente parecen validar la teoría inicial. Este sesgo confirmatorio es algo así como “Si apretó los labios debe ser porque oculta algo”, y por supuesto descartan la posibilidad de que el gesto sea por que le moleste las preguntas injustas que le hacen.
El caso típico es el del movimiento de negar con la cabeza al dar una afirmación. Los gestólogos suelen afirmar “Negar con la cabeza cuando estamos afirmando o afirmar con la cabeza cuando en la palabra estamos negando, nos da un claro concepto de contradicción” ¿De dónde procede tal argumento?
La fuente original parece ser el libro de “Como Detectar Mentiras” (1985), de Paul Ekman y su propio Blog (por no afirmar que lo han extraído de la serie Lie to Me). Por un lado resulta difícil encontrar una bbibliografía científica que sustente tal afirmación (de hecho ningun estudio del que tenga conocimiento demuestra que tal discrepancia cabeza-palabra tiene relación alguna con la mentira); por otro lado, es sumamente fácil encontrar esta recomendación en redes sociales. No se dejen engañar, esta afirmación es falsa y existen numerosos casos en los que tal “contradicción” cabeza-palabra es simplemente una forma de ilustrar el mensaje verbal.
Es una expresión común, solo tienes que prestar atención para ver cómo un amigo puede decirte “la fiesta estuvo increíblemente divertida” mientras ‘niega’ con la cabeza. Esto no es una contradicción. Suele usarse para destacar que algo es “increible” o “inesperado”.
Otros gestólogos pueden aducir que a veces la cabeza inicialmente comienza un asentimiento como diciendo sí, pero que rápidamente se aborta y se reemplaza por la negación de la cabeza, incluso aunque sea “prácticamente imperceptible” (sea lo que sea que eso signifique). Esto es tomado como una contradicción que revela la verdad. Nuevamente, esta es otra afirmación no validada científicamente, que en algun caso podría ser de utilidad, pero el problema es presentarla como científica cuando no lo es.
Cuando esos gestos identificados en el individuo analizado no se ajustan a las preconcepciones del propio gestólogo, sucede a menudo que se los ignoran, mientras que los usará como evidencia irrefutable si ligeramente sugieren que podrían validar su teoría inicial
E) Autoproclamación y autopresentación
Los gestólogos suelen autoproclamarse expertos y divulgan predominantemente en redes sociales, medios de difusión masiva y libros populares (casi nunca en congresos, artículos o libros académicos). La razón es simple: en los espacios donde otros profesionales pueden revisar y criticar tales afirmaciones sus conocimientos son refutados antes de ser compartidos o publicados.
Para Carl Sagan (1985), las pseudociencias suelen basarse en argumentos que pasan como evidencia porque los estándares son muy relajados. Como por ejemplo los sinergólogos que jamás publican en revistas científicas, ni tampoco comparten sus artículos. Básicamente la única ‘crítica’ que reciben es la que se hacen ellos mismos. ¿Es eso científico?
Quienes practican la gestología, usan a los pares para reforzar sus creencias, no para revisar sus errores. Esto último es central en la ciencia, que asume que el proceso de revisión de pares es un engranaje indispensable para el avance del conocimiento y la corrección de errores del pasado.
Todo lo anterior no impide que para incrementar su credibilidad los gestólogos se presenten como “investigadores” o incluso como directores de laboratorios de investigación (sin haber publicado jamás un artículo). La investigación es una profesión, y aunque cualquiera puede dedicar su tiempo a investigar un tema o pensar como científico, eso no le convierte en un investigador científico. Suena lindo decir que se es investigador, marketineramente vende, pero es bastante más complicado. De la misma manera en que cambiar una bombita no te convierte en electricista, tampoco serás investigador por leer un par de artículos científicos.
Quienes practican la gestología, usan a los pares para reforzar sus creencias, no para revisar sus errores
F) Experiencia y credenciales
Los gestólogos tienen otro denominador común: no suelen tener título universitario. Aclaremos algo inmediatamente. Un título no es garantía de ser buen o mal profesional. Uno puede ser un excelente analista del comportamiento habiendo estudiado por cuenta propia, por supuesto. En mi caso, yo empecé como autodidacta. Lo que comento aquí es que en mis observaciones me he encontrado con que a menudo los gestólogos suelen provenir de alguna profesión como las ventas, seguridad o la oratoria, lo que les ofrece una considerable ‘ventaja’ en cuanto a la experiencia, pero una desventaja en cuanto al alfabetismo científico y la preparación académica (ej. confunden causalidad con correlación; no consideran el tamaño del efecto o las limitaciones del estudio, etc.).
El problema que parecen desconocer algunos de estos practicantes es que asumen que la mera experiencia profesional los hace mejores observadores. Aunque a veces pueda ser ese el caso, específicamente en CNV se ha encontrado que la experiencia no se traslada necesariamente en mejores habilidades para interpretar los gestos, en cambio, sí parece incrementarse la confianza, lo que puede trasladarse a más errores, no a más aciertos (Bogaard et al., 2016). Todos somos vulnerables al exceso de seguridad, y creo que en los gestólogos sucede más a menudo.
En cambio, los gestólogos que sí tienen un título universitario a menudo poseen credenciales con mínima o ninguna relación con el entendimiento general del comportamiento humano (ej. derecho). Aunque lo anterior no les impide, con claro desconocimiento de la evidencia neurocientífica o psicológica, ofrecer explicaciones sobre las vivencias emocionales de otros siguiendo modelos cerebrales de la década del 70 ya refutados como el del cerebro triuno (Maclean, 1977) o hasta diagnosticar trastornos de la personalidad basándose en un par de gestos.
Al desconocer aspectos básicos sobre la naturaleza de las emociones o sobre las características de la personalidad, algunos terminan por suponer con simpleza que Putin se comunica como un psicópata (¿cómo saberlo a partir de apariciones televisivas?) o que cerrar el puño señala falta de empatía afectiva (¿no podría significar otras cosas y qué datos hay de esto?).
Lo aclaro otra vez: la falta de título universitario o tener una licenciatura en áreas poco relacionadas con el comportamiento no son impedimentos para proceder correctamente en esta disciplina, no obstante, a mi parecer, suelen ser obstáculos para practicarla científicamente (esa es mi opinión y la razón por la que estudié psicología a pesar de que hubiera preferido dedicarme a lo no verbal sin hacer la carrera).
El problema que parecen desconocer algunos de estos practicantes es que asumen que la mera experiencia profesional los hace mejores observadores (lo que se asume es una ventaja)
4) Cómo reconocerlos por su discurso
En ocasiones es fácil detectar el proceder pseudocientífico de estos gestólogos si se tiene suficiente conocimiento sobre la materia, pero para el público general resulta bastante más complicado. La confianza con la que hablan puede convencer hasta los más escépticos si no están informados sobre las malas prácticas en el mundo de lo no verbal.
Pro tip: si un “científico” (o alguien que dice serlo) se niega a aceptar los datos solo porque refutan sus ideas, se niega al diálogo o si prefiere la ideología por encima de la evidencia, estará actuando claramente en contra de la actitud científica. Esto es suficiente para decir que no actúa científicamente. La falta de voluntad para cambiar sus ideas en vista de la evidencia que las refuta, demuestra que su proceder no es tan solo una forma errada de hacer ciencia, sino más bien métodos y actos que atentan contra la ciencia. Puede que haga mala ciencia, ciencia errónea, protociencia o simplemente pseudociencia, pero primero y ante todo, procede de manera no científica. Lo traigo aquí para graficar este simple principio: en la ciencia la evidencia importa.
Es difícil sino imposible saber si los gestólogos simplemente están equivocados o deliberadamente buscan un beneficio a expensas de enseñar conocimiento que saben es falso. Me inclino por pensar que la mayoría simplemente ignora los estudios científicos y la propia metodología de la ciencia. En este sentido, David Dunning (2012) explica que es muy complejo juzgar apropiadamente cuanto se sabe. Todos tienen una ceguera cuando se trata de juzgar la frontera del propio conocimiento, o dicho de otra manera, el ser humano no suele identificar el límite donde acaba su conocimiento y comienza la ignorancia.
Para explicarlo, David ofrece un ejemplo muy sencillo ¿Por qué los que saben un poco se equivocan mucho?
Básicamente, en muchos casos las habilidades necesarias para producir conocimientos son las mismas que se usan para juzgar su precisión. Por ejemplo, la habilidad para resolver una compleja ecuación matemática es la misma habilidad necesaria para luego juzgar la precisión de la respuesta. Por eso, los pseudoexpertos que solo tienen la capacidad de producir conocimiento impreciso (al menos mientras no se entrenen o estudien) solo tendrán la capacidad de juzgar la precisión de sus propios conocimientos con ese mismo grado de (débil) rigurosidad. Por lo tanto, Dunning concluye, que la propia ignorancia es la que los limita. Su ignorancia les impide reconocer sus propias limitaciones.
En tanto no se instruyan, los gestólogos seguirán profesando que leen la mente, que tal microgesto reveló una emoción secreta y que la dirección de la mirada confiesa culpa.
Gráfico ilustrativo del efecto Dunning-Kruger en el ámbito de lo no verbal
Estos indicadores que fui analizando poco ordenadamente son tan solo algunos en los que se hace visible el uso pseudocientífico de lo que el cuerpo comunica. Cuando un profesional utilice alguno de estos indicadores no necesariamente estará comportandose como gestólogo, pero es suficiente para que hagas doble clic. Indaga y cuestiona, solicita la evidencia y las justificaciones.
En próximas publicaciones estaré compartiendo los dogmas que ellos siguen. Así estarás inoculado frente a los conocimientos falsos y los métodos que esgrimen para “sustentar” sus argumentos.
Es difícil sino imposible saber si los gestólogos simplemente están equivocados o deliberadamente buscan un beneficio a expensas de enseñar conocimiento que saben es falso. Me inclino por pensar que la mayoría simplemente ignora los estudios científicos y la propia metodología de la ciencia
5) Ciencia equivocada o imprecisa
Hay dos grupos de profesionales que aplican la CNV sin un soporte científico o con equivocado respaldo científico, pero que no obstante, sería injusto clasificarlos como gestólogos. De entre todas las aplicaciones posibles vinculadas al comportamiento, hay espacio para su utilización no científica. Claro que sí. Pero, aquí viene lo importante, se debe diferenciar el proceder no científico (que no intenta hacer ciencia) del que es pseudocientífico (que se presenta como ciencia cuando no lo es).
Los siguiente dos grupos de profesionales son dos ejemplos concretos de practicantes que hacen uso de la CNV sin hacerlo científicamente, pero que no son gestólogos:
- Una consideración importante es que la CNV tiene un bagaje histórico que proviene de áreas como la retórica en épocas de la antigua Grecia, la actuación, la literatura, la poesía, la pintura y la escultura. Por esta razón y algunas más, se puede practicar la CNV de maneras no científicas sin ser un pseudocientífico. Los dibujantes de caricaturas pueden ver en un espejo su propia gestualidad para luego replicarla en sus personajes. Con detalladas descripciones acerca de las posturas o expresiones faciales un autor de novelas puede representar complejos estados de ánimos. Con tan solo dos ejemplos pretendo ilustrar una observación que algunos de mis colegas presentan justificadamente: hay formas artísticas de hacer y enseñar CNV. No siempre la CNV debe ser usada científicamente. Naturalmente, quien aplique la CNV de esta manera tampoco estará haciendo pseudociencia ni será considerado un gestólogo. Estos profesionales están en su derecho, y actuarán apropiadamente siempre y en tanto no intenten hacer pasar sus afirmaciones como científicas, puesto que no lo son.
- En cambio, hay otro segundo grupo de practicantes que cada uno independientemente del resto profesan sin saberlo ni con ninguna intención contenidos presentados como científicos en tanto no es que sean pseudocientíficos, sino que son maneras inapropiadas de hablar, pensar y divulgar ciencia, o simplemente argumentos errados. Ya sea por mera equivocación o desconocimiento de los avances, sería injusto incluir a tales practicantes en el grupo de gestólogos.
Creo que cualquier especialista, por más científico que sea puede caer transitoriamente en análisis gestológicos. Le puede pasar a los mejores, nadie está exento de equivocarse. Lo importante es detectar las malas prácticas, refutarlas, desalentarlas y luego promover mejores propuestas.
Para concluir este apartado, debo aclarar que comunicar información ya refutada, equivocada, mal reportada o imprecisa, no implica hacer pseudosciencia. Los errores, la desprolijidad, la mala metodología, entre otras consideraciones, pueden conducir a la mala o equivocada ciencia. Errar no te vuelve pseudocientífico, pero amerita una corrección. Algunos practicantes puede incluso que estén desarrollando sus propias teorías con el propósito de convertir en científicos sus descubrimientos, pero que por el momento carezcan no solo de la evidencia sino de los protocolos y metodologías apropiadas. Su meticulosidad y metodología determinarán a largo plazo si podrán convertir su protociencia en ciencia o caerán del ripio hacia la pseudociencia.
6) ¿Cuál es el propósito de este artículo?
La creciente participación mediática de los gestólogos trae consigo grandes peligros. Se han relativizado los daños causados por el conocimiento falaz en muchas áreas de la vida. El impacto que puede tener la pseudosciencia es incalculable. Ya no solo se trata de que alguien dudará de la fidelidad de su pareja porque vio un microgesto. Hay al menos otras dos consecuencias más preocupantes.
La primera es que tales análisis basados en la gestología dan por certero lo que (supuestamente) pensaba una figura importante como un político, por ejemplo, al decir cuál era su propuesta de campaña. Así, con la promesa de que los gestólogos saben a ciencia cierta lo que pasa por la mente y corazón de las figuras de poder, terminan por influenciar lo que el público piensa de sus analizados. Al posicionarse como traductores de un lenguaje que solo ellos pueden poner en palabras, se los convoca para analizar las participaciones mediáticas de personas y eventos importantes. Podrían comentar y ofrecer observaciones pedagógicas, como algunos especialistas hacen. Pero no. Eligen dar su opinión disfrazada de ciencia.
En sus apariciones presentan suposiciones cual verdades científicas que terminan por moldear las impresiones que generan tales individuos o situaciones en la audiencia. Lo que la audiencia perciba respecto a, por ejemplo, si un funcionario público se arrepiente genuinamente, será reinterpretado en función de los dichos del pseudoexperto. En este sentido, en sus apariciones mediáticas los gestólogos podrían minar la imagen y credibilidad de quienes analizan, afirmando conocer lo que verdaderamente siente tal personaje mediático respecto de sus propuestas o ideas. Hoy en día se desconoce el alcance e impacto de tales prácticas.
La creciente participación mediática de los gestólogos trae consigo grandes peligros. Se han relativizado los daños causados por el conocimiento falaz en muchas áreas de la vida. El impacto que puede tener la pseudosciencia es incalculable
Una segunda problemática, para mi mayor, es la liviandad con la que tales expertos comienzan a asesorar en procesos judiciales y forenses (o al menos eso intentan). Con cierta displicencia y sin ninguna prueba pueden decir en televisión que “Lleva unos 15 minutos estudiar a una persona y descubrir su esencia, sobre todo en cuestiones judiciales”. Existe un riesgo gigantesco si los gestólogos comienzan a entregar peritajes para indicar el sentir o pensar de un sospechoso, o peor aún, para indicar que el sospechoso está mintiendo porque se ha visto: 1) una contradicción entre el gesto y la palabra, 2) una microexpresión y 3) tantos otros comportamientos. El estado del arte en CNV sugiere que se está lejos de saber con certidumbre la experiencia interna de alguien utilizando evidencia no verbal, o en conjunto con la verbal. Ni siquiera la presencia de una expresión facial de las llamadas “universales” es garantía de que la persona sienta tal emoción (Durán & Fernández-Dols, 2021).
La influencia de los análisis no verbales en procesos de selección de personal ya es conocida e incluso practicada. A gran escala, empresas como HireVue utilizan inteligencia artificial para juzgar la idoneidad de los candidatos a un puesto laboral a partir de sus señales no verbales. Pero obviamente las consecuencias de ser rechazado para ocupar un puesto de trabajo no se comparan con la posibilidad de perder la libertad. Es hora de discutir estas implicancias antes de que sea demasiado tarde. La justicia está en riesgo (Denault & Jupe, 2018).
Las pseudociencias dañan. Sus enseñanzas pueden perjudicar sin que siquiera la gente se dé cuenta. En palabras del biólogo y filósofo Massimo Pigliucci de la Universidad de City College de Nueva York, “un poco de conocimiento puede hacer más daño que completa ignorancia”. Creo que esa frase explica muy bien el caso de las propuestas pseudocientíficas relacionadas a los gestos. Por ejemplo, en un interesante estudio se evidenció que ser entrenado en el reconocimiento de gestos para detectar mentirosos en contextos de interrogatorio no solo no incrementa la precisión, sino que incluso puede disminuirla (Kassin & Fong, 1999).
Ya de por sí es difícil interpretar el comportamiento no verbal, imagínese sí además se aprende conocimiento falso. Lo mismo sucede con algunas propuestas como la de los entrenamientos en microexpresiones. Estos movimientos faciales no son más que acciones musculares muy veloces. Se estimaba que duraban hasta una veinticuatroava parte de segundo (40ms), aunque ahora se cree que su duración está generalmente más cerca de los 400ms (Matsumoto & Whang, 2018). O sea, su velocidad habitual es 10 veces menor a la estimada. Aunque se venden libros y entrenamientos para policías y software para todo público dedicados exclusivamente a detectar microexpresiones emocionales, algunos estudios muestran que entrenarse en detección de microexpresiones no te vuelve mejor para identificar las mentiras (Jordan et al., 2019) y que ni siquiera aparecen ni exclusiva ni más frecuentemente en los mentirosos (Porter et al., 2008).
No quiero ser aguafiestas pero tengo que pinchar el globo de las microexpresiones. Son más marketing que ciencia. Lo siento. Es hora de dejar atrás esa visión simple de la expresividad facial y entenderla tal y como es: complejísima.
obviamente las consecuencias de ser rechazado para ocupar un puesto de trabajo no se comparan con la posibilidad de perder la libertad. Es hora de discutir estas implicancias antes de que sea demasiado tarde
Todos tienen derecho a pensar y creer en lo que quieran, de eso no hay dudas. La libertad de pensamiento es tan o más importante que la libertad de expresión. Pero, creer en hadas, en que la posición de los planetas determina tu suerte en el amor, o que la tierra es plana, no son ideas inertes. Estas presuposiciones tienen consecuencias. Más aún, si los estados crean leyes esperando que las hadas se ocupen de la salud de los pacientes terminales, que las personas se relacionen afectivamente solo con individuos de los signos zodiacales indicados por los horóscopos como compatibles, o que se tomen medidas gubernamentales contra el cambio climático asumiendo que la tierra es plana.
7) Resumiendo, este artículo lo escribí para:
1) Señalar la creciente pseudociencia alrededor de los “gestos” que a mi criterio comienza a ser una amenaza real para la vida de cientos de personas,
2) Evidenciar la disciplina pseudocientífica presentada como científica en el análisis de los gestos bajo el nombre de “gestología”,
3) Enlistar las características comunes y frecuentes en los gestólogos para que otros puedan identificarlos,
4) Destacar los riesgos actuales y futuros de tales prácticas pseudocientíficas,
5) Brindar herramientas para que los estudiantes y profesionales interesados en el comportamiento puedan inocularse contra la pseudociencia, y, por último,
6) Incentivar un debate entre los profesionales
En el fondo, lo que estos gestólogos profesan es que pueden actuar como traductores interpretando el “lenguaje” gestual como equivalente a un lenguaje verbal. De la misma manera en que se puede traducir un texto del inglés al castellano, ellos aseguran pueden traducir los gestos a un sistema lingüístico. Tal afirmación es falsa. Exceptuando los gestos emblemáticos, los gestos técnicos y los lenguajes de señas (ej. American Sign Language), el resto de los comportamientos no pueden traducirse a simples palabras o frases. Las consecuencias, aunque no lo parezcan, pueden ser gigantescas. Me retuerzo de precoupación y enojo con tan solo imaginar que uno de estos autodenominados expertos podría en un contexto judicial analizar la veracidad de los testimonios de un familiar. El día de mañana te podría tocar a ti.
Lo mejor que se puede hacer como consumidor de esta información es ser escéptico (incluso de este artículo). El escepticismo es una herramienta indispensable para adquirir conocimiento, y si se usa para juzgar la información sobre la CNV, se está más equipado para diferenciar el contenido de valor de aquel que carece de él. Un escéptico se guía por la evidencia y hace todo lo posible para dejar a un lado sus sesgos y preconcepciones, se enfoca en el proceso más que en el resultado y está dispuesto a equivocarse (Lack & Roussea, 2016). ¿Usted cree que los gestólogos están actuando con escepticismo?
Pongamos blanco sobre negro: a nivel científico no existe acuerdo para aplicar los conocimientos de la CNV como una herramienta de análisis precisa sobre el significado de los comportamientos en entornos profesionales. Se desconocen las tasas de acierto y error. Se desconoce la validez y la confiabilidad de los instrumentos que se esgrimen como los adecuados.
Creo, como explica Sagan, que las ideas detestables tienen derecho a ser escuchadas, pero que no toda creencia merece escucha respetuosa. Tolerar la libertad de otros para que expresen sus creencias es una cosa, en cambio, es muy distinto esperar que nos quedemos de brazos cruzados y aceptemos con sumisión las barbaridades de la gestología. Creo firmemente que, para que triunfe la gestología, solo es necesario que los informados no hagan nada.
Para cerrar, te pido que si estás de acuerdo con este artículo lo compartas con otras personas. Esta es la forma ideal de apoyar el blog.
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